Una de las dudas más comunes sobre los medios digitales (social media) es ¿qué tan poderosas pueden llegar a ser las redes sociales realmente? Bueno, veamos un caso particular: la crisis de relaciones binacionales que se está viviendo entre Estados Unidos y México comenzó con un tuit.

Twitter no es la red social más poderosa ni la más grande en cuanto a popularidad (número de usuarios) se refiere, de hecho, desde hace al menos unos tres años Twitter ha ido perdiendo popularidad entre la gente; la red se volvió agresiva, violenta, quienes la usan se ufanan de permitir que se escriba con mala ortografía o solo para decir banalidades.
Twitter es el lugar donde nacieron, crecieron, se reprodujeron y ahora dominan los troles; donde la tolerancia es mínima, donde se gestan y ocurren los ataques más virulentos y agresivos contra cualquiera que tenga un punto de vista contrario al del agresor pero también es la red más seguida por los medios masivos y ha adquirido el grado de vocería de las cuentas oficiales, ya sea de personas o empresas.
Por esta última razón es que el tuit de Donald Trump adquirió relevancia, bastó un solo mensaje advirtiendo un incremento de 5 por ciento en los aranceles de productos procedentes de México para que se desencadenara la avalancha de hechos que tienen hoy a México sentado a la mesa de Estados Unidos ofreciendo justo lo que Trump quiere que ofrezcan.
Respondiendo la pregunta inicial: las redes sociales son una extraordinaria herramienta de comunicación que bien gestionadas pueden favorecer los intereses de las personas, empresas o gobiernos pero que también, puede ocasionarle problemas muy serios.
Es verdad que cualquiera puede gestionar una red social (por algo en el mundo hay 3 mil 484 millones de millón [3 mil 484 billones en notación algosajona] de usuarios de internet) pero es muy distinto cuando se busca aprovechar esa gestión para un objetivo (que puede ser personal, empresarial, de gobierno o de campaña entre muchos otros).

Un tuit bien utilizado por Donald Trump, hizo que el gobierno de México se sentara en una mesa a la que había evitado sentarse, más aún, hizo que fueran los funcionarios mexicanos quienes pidieran que se llevara a cabo la mesa e incluso han ofrecido lo que el gobierno estadounidense quiere.
Un mensaje claro, emitido en el momento justo, por el canal adecuado para que lo vea el receptor que necesita verlo es una forma de comunicación efectiva que ahora le está dando los resultados esperados al gobierno estadounidense ante la falta de impericia en la gestión de la negociación por parte del gobierno mexicano; aunque esto sería tema de otro post.
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